martes, 2 de julio de 2013

tiempos de cambio. Un homenaje para los aventurados gestores de este siglo

Este artículo está dedicado al nuevo gestor cultural; al gestor en proceso, a aquél que pasa horas estudiando las evaluaciones de sus proyectos, los términos institucionales, la legislación cultural y el ordenamiento de pasos para el mercadeo de su producto cultural. Por supuesto, y como es costumbre, también está dedicado a ti, querido lector. A continuación, te daré un panorama general sobre el importante proceso cultural por el cual nuestro país está pasando actualmente, al igual que sus principales modificaciones en los métodos creativos, publicitarios y de venta: La animación y producción artísticas son ya viejos oficios en nuestro país; admirables, pero un tanto satanizados debido a la explotación sufrida por el artista en muchas ocasiones. Hoy nos encontramos frente a una nueva profesión, la cual engloba las actividades de los oficios previamente mencionados y se libra de sus defectos: la del gestor cultural, de la que ya te he hablé en los dos artículos pasados. Tanto el gestor cultural como la producción cultural se ven obligados a encarar diversos y difíciles procesos, tales como la lucha contra el plagio o las recientes “versiones libres” y arreglos (principalmente musicales) de varios trabajos artísticos. El desconocimiento de la propiedad intelectual por parte de los “profesionales” de la ley y la mala comunicación laboral entre miembros de una compañía o los mismos artistas son otros de los retos que un gestor cultural deberá enfrentar cuando se inicie en el mundo laboral. Éste es un escenario lleno de desafíos, para las cuales no existe ningún manual de estudio. Ante estas amenazas, el gestor cultural debe mantener la calma y comprender que su profesión es un idioma nuevo y desconocido para la mayoría de sus contemporáneos. Todo gran pensador ha sido criticado en algún punto de su carrera. Pensadores como Eratóstenes o Galileo Galilei son, hoy en día, figuras de autoridad para nosotros; sin embargo, durante su época tuvieron que soportar las críticas y el rechazo de todos aquellos que, por miedo a lo desconocido o resistencia al cambio, negaron la verdad de sus teorías, tal y como ahora se intenta impedir la evolución de una profesión como la gestión cultural. Querido gestor, no escribo esto con el fin de desanimarte, mucho menos con el de espantarte o darte un discurso motivacional. Sólo te pido que te enfrentes a la realidad: estamos viviendo una transición histórica y es tu responsabilidad no claudicar, ser fiel a tu compromiso social, a tus talentos, a los conocimientos adquiridos e incluso a tu intuición, pues serán los guías que permitirán que nuestro trabajo sea eficiente y certero. Cree en ti, en tu capacidad para formar parte de un cambio. Se parte de esta revolución cultural; encuentra el camino a tu propia Utopía, sin perder tu paso firme, ni la ética que te rige. Sé que seremos un estorbo para muchos, pero también contribuiremos al bienestar de aquellos artistas que buscan un bien común. A ti, lector, público o posible consumidor, no te pido tiempo o apoyo; tan sólo libertad para que nuestro trabajo comience a hablar por sí mismo

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